Cuando las niñas bonitas…
Escrito por: Karydaen
Sarita estaba demasiado alegre por poder salir al bosque a caminar, el clima estaba perfecto para usar la ropa nueva que había comprado.
En el camino se encontró con un lobo que, al verla no lo pensó ni un segundo y se acercó a ella para apretar un poco sus piernas.
Ella molesta preguntó:
—¿Por qué hiciste eso?
El lobo respondió:
—Cuando las niñas bonitas usan vestidos cortos como ese, me generan ganas de tocar esas piernas.
Y se alejó caminando, Sarita no quería que nadie la tocara de nuevo, así que regresó a casa, dejó su vestido a un lado y decidió usar unos jeans con una blusa blanca de tirantes. Una vez con el cambio, volvió a salir a caminar, pero en eso se encontró a un cerdo. Sarita intentó saludarlo, pero él sólo decía palabras de muy mal gusto hacia ella. Algo incómoda volvió a preguntar:
—¿Por qué me hiciste eso?
El cerdo respondió:
—Cuando las niñas bonitas usan esa ropa, es porque quieren llamar la atención con su cuerpo. Te deja muy descubierta —el cerdo lamió sus labios— si eres incapaz de soportar uno que otro acto de cortejo, deberías cubrirte. Y se fue.
Sarita definitivamente no disfrutó eso, corrió nuevamente a casa y sin complicarse las cosas, tomó la primera sudadera que encontró y se la puso encima.
Sarita salió de casa usando la sudadera, iba en tranquilidad hasta que una jaguar la miró de pies a cabeza con una mueca de disgusto, cuando Sarita la saludó, ella comenzó a hablar.
—Creía que eras varón.
Sarita la miró confusa. Es que, nena no estás siendo nada femenina. Cuando las niñas bonitas se muestran ordinarias y toscas como lo haces, pierden elegancia y fineza, cosas que te definen como mujer. Y sonríe un poco más, las niñas bonitas lo hacen.
Sarita seguía en confusión, pero a la vez se sentía un poco humillada y dolida. Ella se fue nuevamente corriendo a su hogar, pero esta vez simplemente se quedaría ahí, llorando en su habitación. Cubrió su rostro con sus manos y comenzó a llorar.
—No comprendo nada- sollozó entre lágrimas; he hecho de todo para evitar cualquier inconformidad hacia mí o hacia otros, pero nada funciona.
—No es tu culpa pequeña, son ellos quienes se encuentran mal-
dijo una voz desconocida. Sarita checó en su habitación y encontró a una bella hada sentada a su lado.
—Tu ropa no da tentaciones de malas acciones, tampoco da malos mensajes y sonrías o no, eres una chica hermosa— dijo el hada. Esos son sólo estereotipos que cada día hacen sentir mal a millones de chicas. Tenemos que entender que los sigas o no, no define ni definirá a una mujer. Céntrate en vivir como quieras, a tu manera. No dejes que todo eso te lastime. El hada abrazó a Sarita. Comentarios malos siempre van a existir, no los tomes en serio. Y si algún lobo malvado o cerdo te intenta lastimar, grita por ayuda. Esas excusas que usan sobre tu ropa o tu forma de ser no son y jamás serán ciertas. El hada le sonrió.
Ahora quiero que salgas de nuevo, pero con orgullo de ser quien eres.
Ese consejo Sarita lo tomó muy en cuenta y comenzó a aplicarlo diariamente. Eso se los puedo asegurar mejor que nadie, porque yo soy esa chica, y en gente que me otorgaba confianza, amor y seguridad, encontré a mi pequeña hada. Y espero que todas las mujeres que se encuentren bajo presión o destrozadas por cerdos, lobos feroces o jaguares como en esta historia, pronto encuentren a su hada.