Desde mi historia
Escrito por: Alei G.
Como si no le bastaran las cicatrices en mis manos y los golpes de mi cara, se adentró hasta mis raíces; arrancándolas poco a poco, llevándose algo de mí, dejándome vacía. Esa noche había bebido tanto que ni siquiera estaba en sus cabales, me pidió perdón por haber hecho sangrar mi boca y después se fue como si nada. ¿No era aquello lo que siempre hacía?
Me escondí en un rincón desde que lo vi subir las escaleras. Él decía que debía esconder mis lágrimas, pero ya no podía reprimirlas, las dejé salir lentamente mientras me aferraba a mis rodillas, sin hacer ruido. Con mi alma hecha un mar de angustia y desesperación, dejé escapar un suspiro. Es inefable el poder de la violencia sobre una víctima, le hace perder esa luz que la empujaba a arder como una estrella. Yo un día fui una. ¿Cómo permití que la sombra de la persona que más amaba se llevara la esencia que me hacía disfrutar de la vida?
Ya no quería seguir aquí, día tras día y semana por semana era lo mismo. Él necesitaba ayuda y yo tenía que salvarme del monstruo en que se había convertido. En el fondo de mí yacía una inmensa tristeza por él, porque no tuvo a nadie que pudiera comprenderlo, porque no tuvo la oportunidad de recibir una educación digna, porque le faltó amor en algún momento de su vida.
No sé cómo reuní el valor para levantarme, y es que la valentía no siempre es un acto de honor, llega el instante en que es una necesidad. Caminé despacio hacia la puerta con la cara y el cuerpo demacrados, tampoco me importó salir con las manos vacías porque ¿había algo que valiera más que mi propia vida? Me alejé del lugar, de las experiencias del pasado y de aquella sombra que dormía en la cama. No sabía a dónde iba ni cómo llegar, sólo quería huir. Alguien me ofreció ayuda en el camino y yo acepté. Me llevó tiempo reconstruir de nuevo la vida que alguna vez había tenido porque la depresión y la ansiedad se hicieron presentes desde que los niveles de violencia que sufrí eran efímeros, por ello nunca me había dado cuenta.
Tiempo después comprendí la importancia de la lucha feminista. Día con día las niñas, mujeres y adolescentes sufren desde acoso hasta violencia incluso en el hogar disfrazada de machismo, no siempre se ve y por ello es admirable la cualidad que tienen las personas de levantar la voz por aquellas que no lo hacen, siempre serán la inspiración para que algún día puedan luchar desde su historia; hoy yo escribo por alguien más. No se nos olvide que es nuestro derecho tener una vida digna, libre de todo tipo de acoso, violencia y menosprecio hacia la integridad, necesitamos saber que no estamos solas porque los maltratos y la inseguridad que se ven reflejadas dentro de nuestras historias no es ninguna broma. ¿Qué será de un país que no escucha las necesidades de su pueblo? Mis presentes y futuras líderes, que ardan las voces de nuestra batalla por el fuego de la igualdad y la justicia, de un lugar con más valores y menos miedo de construir un país mejor.