La lección del contrato
Escrito por: MP
Contar en 600 palabras todo lo que me ha llevado a ser la mujer que soy, es casi imposible, pero este año me propuse; llevarme a los límites y si tenía que escoger una historia capaz de contarse por sí sola en 600 palabras, contaría la que más ha impactado mi vida y mi ideología como mujer, en un mundo hecho por y para hombres y consigo la razón del porque todas mis acciones van acompañadas de la siguiente frase; “busca, cierra y ofrece tus propios contratos”.
Mi abuela solía contarme todo su trabajo dentro de la empresa familiar. Su puesto dentro de ésta jamás tuvo un nombre en específico, porque según los hombres que estaban jerárquicamente por encima de ella; no había uno que englobara todo lo que hacía durante todo el día; ella llevaba las finanzas, pagaba a los empleados, firmaba papeles, que pocos querían firmar y cerraba algunos contratos de vez en cuando, pero como ella siempre me lo dijo; “nunca contratos realmente importantes”. Cuando era niña; no lograba entender cómo es que la mujer que más sabía del negocio familiar, aquella que conocía a la perfección las debilidades y fortalezas de la empresa, no podía cerrar ni ofrecer los contratos más importantes de aquel negocio, siempre me pareció muy poco estratégico —no cederle un lugar para la expansión de la empresa, a la mujer que podía crear una sola desde cero, así como lo hizo con esta— ante un mar lleno de dudas y peces invisibles llenos de respuestas que después serian reveladas, mi abuela solía decirme; “No puedo cerrar contratos porque nací en el cuerpo equivocado, pero la razón por la que sigo trabajando como siempre es; porque espero que un día tu decisión y determinación puedan ser, un arma retadora para aquellos hombres que temen del poder de una mente como la tuya, en un cuerpo como el de nosotras”. En ese momento no entendí a que se refería, pero con el paso de los años, y con mis vivencias teniendo una voz activa en un lugar en específico como; la escuela, las palabras de la abuela comenzaron a ser pensamientos hechos voz.
Los retos de mi vida al querer encontrar los contratos que cerrar y que ofrecer, comenzaron en mi escuela; los niños podían jugar de un lado a otro, podían sentarse de la forma que quisieran y hacer los comentarios que desearan hacia las niñas, sin tener una sola sanción ni escuchar incómodas frases que en cambio, las niñas bajo los mismos parámetros, si teníamos que escuchar; “Al sentarte; cierra las piernas y cuida tu falda” “Evita hacer esos comentarios y date a respetar” “Una niña no se bien haciendo eso” “La falda siempre debajo de la rodilla, para no alterar a nadie” y estas solo fueron algunas frases con las que crecí, no solo yo, mis compañeras, mis primas, mis hermanas y cualquier otra mujer que puedan imaginar.
Con el paso de los años, con las veces que se invalidaron mis opiniones, hipótesis, o sugerencias en un salón de clases siendo eclipsadas por; no unas mejores, sino por aquellas que provenían de hombres, me forcé a ser escuchada, a tener decisión, y lo más importante; me forcé a cuestionar todo lo que escuchaba, todo lo que leía, todo lo que se me fue enseñado, reeducándome y aprovechándome así de lo que único que iniciara una revolución de forma exitosa; el conocimiento, porque solo entonces entendí la verdadera razón del porque el puesto de mi abuela nunca tuvo nombre.
Busquemos y luchemos por cerrar y ofrecer nuestros propios contratos.